lunes, 18 de mayo de 2009

Una buena iniciativa de Equus Zebra


La idea surgió hace un año, recoger lo que a otros les sobra para repartirlo entre quienes lo necesitan, y el éxito se ha visto superado por la situación económica. El economato puesto en marcha por la ONG Equus Zebra pasó de atender a un media de 60 clientes a recibir cada día a 200 personas. Boubacory conoce las necesidades de los 200 clientes que cada día pasan por el economato de la ONG de Equus Zebra. No es lo mismo una familia que tiene seis hijos, que una que tiene dos. Cuando la mercancía se queda justa y son muchos a repartir, hay que tener mucha psicología. La leche y los yogures son lo más demandado y, a veces, a media mañana ya no queda nada, sobre todo en los últimos meses en los que la demanda ha aumentado y son muchos más quienes se acercan para proveerse de productos de primera necesidad a cambio de la voluntad.

El camerunés lleva un año al frente del economato, una iniciativa de la organización que nació en una esquina de las oficinas, y ha visto como las 50 ó 60 personas que entraban cada día se han multiplicado. También como ha variado la clientela. De extranjeros ahora “hay nacionales, estudiantes, familias con muchos hijos o ancianos del barrio”, como apunta Antonio, que cumple otra función en el economato: es el encargado de reponer las mercancías que le donan las empresas.
“Un niño necesita fruta, leche y productos de higiene personal”, dice Antonio, cosas tan básicas que a veces resultan inalcanzables. Lo que es curioso es que para otros, esas mismas cosas, son tan abundantes que las regalan. Es ahí donde empieza el mecanismo del economato de Equus Zebra. Antonio media con las empresas, desde distribuidoras hasta productoras de alimentos, para que cada mañana el almacén de la calle de Cardenal Cisneros, esté lleno. Productos a punto de caducar, excedentes o de envasado defectuoso engrosan sus estanterías.

Lo hace con un camión que le regaló un vecino y con muchas horas de negociaciones. “Queremos hacer publicidad en las calles para que la gente traiga lo que le sobra”, apunta. Y es que lo que intentan es que “siempre haya algo”. “No queremos que venga la gente y no tener que darle”, asevera.
Y gracias a ese trabajo hay cosas que nunca faltan, sin embargo echan de menos tener más suministro de productos de higiene y aseo personal, por ejemplo. Los pañales o el papel higiénico, a veces pueden ser un lujo y es precisamente de lo que pocas veces pueden disponer. Pero también “un huevo Kinder, un chocolatina o un Dalky, lo que ellos no pueden comprar”, dice Antonio. Es ahí cuando el papel de Boubacory en la organización del economato entra de nuevo en juego. Sabe a quienes le puede hacer más ilusión y guarda siempre algún dulce para las familias con niños, muchos de ellos hijos de africanos o sudamericanos, pero también de españoles, coruñeses o hasta de localidades del área.

Lo que era habitual en muchas familias ya no lo es y hasta el 60% de los que entran en el local de la Sagrada Familia son de nacionalidad española. La crisis no esquiva a nadie y hasta se ha llevado el euro de esos que no entienden ni su significado.
Fuente: El Ideal Gallego

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